jueves, 16 de octubre de 2014

Ladrillos Heineken: bio-construcción

En 1960 Alfred Heineken, nieto del fundador de la famosa cervecería holandesa, viajó a las islas de Curazao (Mar Caribe) y descubrió que apenas podía caminar por la playa un par de metros sin encontrarse con una botella de cerveza Heineken.

En ese viaje notó dos cosas: primero la increíble cantidad de residuos que dejaba su producto por falta de infraestructura para recoger las botellas para su reutilización. Segundo, la escasez de material de construcción disponible en las comunidades empobrecidas que visitó.

De esta forma surgió una idea (innovadora para su época) en su mente: una botella que luego de consumir su contenido se podía utilizar como ladrillo.

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Tres años después, 1963, el mismo Alfred Heineken, junto con el arquitecto holandés John Habraken diseñaron Heineken Wobo. En este año la fábrica de cerveza ya había producido un total de 100.000 botellas. El diseño era, en primer lugar, una botella de cerveza, pero cuando se vaciaba y se ponía de forma horizontal, se transformaba en un eficiente ladrillo de vidrio. El diseño de Habraken permitía que el cuello de la botella encajara en la base de la siguiente, mientras que sus lados incluían hileras de pequeñas protuberancias para agarrarse más fácilmente al mortero. Para superar el problema de las esquinas y las aberturas sin tener que modificar las botellas, se diseñaron botellas en dos tamaños: una versión de 500 mm y 350 mm, un "medio-ladrillo". Habraken incluso sugirió el envío de las botellas en pallets especiales de plástico para poder ser reutilizados como material para los techos.

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El concepto era revolucionario para la época. Como describió el autor y crítico de arquitectura Martin Pawley: "fue la primera producción masiva diseñada desde el principio para tener un uso secundario como elemento de construcción". 

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Sin embargo, a pesar del optimismo de Heineken, el departamento de marketing de la cervecería no estaba tan entusiasmado. Consideraban que una de las consecuencias de esta idea sería la asociación de su marca premium a la pobreza, por esta razón la empresa rechazó los planes de adoptar completamente el diseño.

La idea desafortunadamente desapareció del centro de atención. De estas botellas/ladrillos existen pocas hoy en día y en lugar de material de construcción, se han convertido en extraños objetos de colección.

Un ejemplo de este tipo de bio-construcción es el templo budista Wat Pa Maha Chedi Kaew (norte de Tailandia). Su creación surgió 20 años después de la idea de Alfred Heineken.

El templo recicló más de un millón de botellas que decoran y sostienen paredes, pisos y techos en dos tonalidades: marrón y verde. Las botellas de color marrón pertenecen a la popular cerveza tailandesa Chang y las verdes a la mundialmente conocida cerveza holandesa Heineken. Los monjes decidieron utilizar no sólo los envases vacíos sino también las tapas de esas botellas que fueron colocadas en los muros a modo de mosaicos decorativos.

(Fuente)
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